Poesía española

Poemas en español


Dikt Confusión (iii)

Te sorprende esta mañana la vejez, egoísta en tu pureza,

obligado a ser y estar,

a estar de pie en el centro de tu pecho con la boca cerrada,

abierta hoy por ensueño o ansiedad.

Un hombre no hace nada si no se aniquila a sí mismo

y vuelve al aire mismo de su honda raíz,

a la raíz que su nariz defiende con jubilosa audiaca,

al origen donde el mundo es una sílaba que nadie aún

pronuncia.

Respira, respira hondo hasta sentir el hambre en la boca

del estómago.

Avanza evocando y convocando el antiguo ordenamiento,

lejos del torrente del cinismo cotidiano.

En silencio repasa el nombre de las cosas, las copas

y las frutas,

más todo aquello que nos devuelve del tiempo, su excesivo

imperio, su misterioso agravio,

el olvido que humilla la tentación de armar una obra maestra y

su rostro de espanto.

Alguien en el jardín tan medioevo, crucifica la rosa de su

razón,

otro mastica una cereza cuya sangrienta gruta dispersa la

pasión.

Lejos de los negocios y la cátedra, del banco y la religión, lejos

del mundo

y en el mundo, fiel nada más al temblor de tus manos ociosas,

miras correr los días como caballos

que el miedo enloqueciera,

mientras repites a tientas la misma letanía de quien ha visto

cara a cara la desesperación

y ganado con ello su propria salvación.

Nada somos sino la conciencia que se mantiene de pie

sobre la grata sensación que llamanos pasado.

Libertad e inocencia se alzan como vapores al alba,

Al tiempo como a los muertos le ha crecido las uñas

y la barba.

Ahora que regresas a rescartar tu pasado y cumplir

la promesa de escribir la historia de tu viaje,

sabiendo de antemano que la vida es uno mismo y uno mismo

los demás

Quien no se reconozca en el amor lo hará en la muerte,

en el amor que nos permite vernos en los otros con los ojos

de Dios



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Dikt Confusión (iii) - Alfonso Quijada Urías