Dikt Os
Os recuerdo, días de nieve, transido el corazón,
Al fondo del país remoto de la infancia,
Con la enfermiza palidez de la melancolía,
Y el solitario albor, dios de las ausencias.
Sobre los nubosos y plomizos palacios del horizonte
frente a frente los ángeles del vacío se miraban,
Como si hace siglos y siglos la Creación
hubiera sido viva
Y hoy fuera memoria, piedra, mar silente.
Os recuerdo, oh días de nieve, en que el sonido
De la sangre por el cuerpo de los animales domésticos
Era la única y clara cadencia
Del cuarto azul de las costureras, el único secreto
Del eje y de la vida de la tierra.
Mucho he dormido desde entonces,
Mucho he dado al sueño
La idea triste e inútil de la vigilia,
La lucidez impotente,
El involuntario continuar, el casi ser.
Heme ahora oh amados días de nieve,
Siendo el futuro de lo que fui,
El mañana de lo sido,
La ocasión en que la esperanza y lo esperado
Son ya cumplidos, son ausencia.
Llega ahora el pájaro al alféizar
Y despierta en mí el llanto de la memoria;
Y despertáis, oh amados días de nieves
Del allá, del Reino y el País;
(ni silencio es la muerte
Del mundo que ahora vivo.)
Id, seguid vuestro camino
Por el remoto pretérito,
Por el antiguo y alucinado Origen.
El horizonte es aún para vosotros
Un enclave de ángeles-memoria;
La sangre aún corre en las flores vespertinas,
Para vosotros aún las costureras
En la callada alcoba reciben la llamada
Del pájaro de las nieves en la tarde
Con un vuelco del corazón y un pensamiento de Reinos
De luz y maravilla
En lo extenso indeterminado.
¿Quién, qué corazón alto y extraño
Respondería en los parajes desolados
De mi antaño a este requerimiento mío,
A este vacío, a esta necesidad de plenitud,
De vida, de intercambio e Interlocutor en la Creación?
Alguien tras las cortinas del horizonte
Espía sobre las antiguas mesetas de mi Reino.
He aquí el hogar humeante.
El gris de la tierra y el blanco de la nieve
Sueñan con palacios y doncellas
De más allá del Último Río.
Y todo nuestro dolor, y todo nuestro vacío,
Son la ausencia del Padre y de la Madre,
Héroes y princesas de tras
La alta cortina del horizonte.
Y, mientras se destrona la luz de las alturas
Sobre el arbusto final
De las estepas de mi Reino,
Yo. vivo hacia el futuro
Ese presentimiento de un mundo lleno,
De un Interlocutor Suficiente,
En los acantilados sangrantes de la memoria.