Dikt Dejo pasar las hojas que el afluente conduce
DEJO pasar las hojas que el afluente conduce
Más allá del recodo.
Permanecer inmóvil es ahora el destino
Del que ya nada oculta,
Del que al margen se inclina y se abandona.
Es éste un tiempo de ternuras difíciles,
Sólo sucede
La sombra de la acacia, el gozo fugitivo
De sentirme observado por encima del hombro:
Así es la soledad del que dispone
Su mesa para nadie, del que intuye
Su perfecta viudez en el trazado
De esta corriente inerme.
Porque el agua no oculta sino lo que destruye.
Lo demás es sustancia
Tan sólo de sí misma, de su propio destello:
Cada temblor, por leve,
Le confiere certeza; cada temblor, al cabo,
Su vuelta a la memoria.
Dejar que la humedad toque mis pies
Es el secreto último de la incineración,
Mi debate inconsciente con la muerte.
Pues ya nada se niega ni se otorga,
Ya no hay otra razón que estos reflejos,
Este murmullo débil, familiar,
Que sin pudor se ofrece
En todas las aristas de las rocas del fondo.
Aquí donde yo vivo como pájaro insomne,
Como jinete al uso.