Dikt El Ángel
El sopor de la tarde atravesado por las aves de río.
La tarde del saúco, de la flor concebible, la larga tarde roja del aliso.
El murmullo del agua en las raíces, el manantial oculto.
Las luces encendidas de todas las ciudades suavizadas por la memoria.
Una casa en lo alto en la que nadie entra y de la que nadie sale,
Una puerta que gira alrededor de su secreto.
El aliento que preserva la llama sobre la penuria de la ceniza,
El vaso en la ventana en el que crece muy despacio la luna.
La mano que ahora escribe sobre el mismo crepúsculo, la mano ensimismada,
Sorprendida en su inmortalidad, lenta en las extensiones del misterio.
Dos pájaros inmóviles, inmensos en la usura del cielo. Dos luces diminutas,
Temblorosas aún, y el horizonte que de pronto se arquea para que pase un ángel.
Ahora que oscurece, que asume su ceguera como una inevitable fundación de la noche.