Dikt La casa del llanto
¡Qué silencio!
Hay una fragancia de violetas
Que abre las puertas y atraviesa las ventanas.
Afuera
La muerte engaña
Con sus ademanes disfrazados de días.
En casa sólo quedan pasillos poblados de insultos,
Miradas que tildan,
Voces que empujan hacia el abismo.
Tengo una fatiga de ser tan dolorosa,
Un grito de sangre que quiero libertar
Porque no puedo romper la lentitud de los relojes
Ni destrozar los cristales
Que me protegen con la espada del odio.
Desacostumbrado
A viejos rencores, a nuevas culpas,
A experiencias tempranas en las cosas tardías,
A que nadie comprenda mi vergüenza.
(Afuera
Tegucigalpa es un concierto de piedras y ventanas.)
Yo sobrevivo ante mis privilegios
(a solas maldigo a la gente que me rodea
Y escribo cartas para romperlas):
Bebo seis vasos de agua,
Como dos o tres veces al día,
Duermo sin sueño,
Tengo un lugar dispuesto a mi cansancio,
Hago felizmente el amor como un inválido
Y tengo las respuestas para todas las cosas difíciles,
Pero nunca encuentro esa palabra corta,
Ese lenguaje claro, la bandera de luz que hace falta.
Sólo quiero salir,
Deshabitar este cuerpo
Sin fuerzas para soportar la llegada de diciembre.
Quiero dejar, pues, en las paredes de la casa,
Mis lágrimas, mi color marchito,
Mancharlas de mi ruina,
Para que lloren y quieran derrumbarse de tristeza.
¿Y quién no querrá derrumbarse!