Dikt Locuramor (del i al v)
Locuramor gritando su batalla,
desde un cielo sin luz, inexpresado.
Me creciste de pronto en el costado
como una inmensa flor que me avasalla.
Una roja tormenta me restalla
dentro de cada poro enamorado,
me recorre un incendio desatado
y un trueno en cada glóbulo me estalla.
Voy a decirte amor hasta los huesos,
voy a gritarte amor hasta el olvido.
Se me quiebra la voz cuando te nombro.
Me alimento soñando con tus besos.
Y si sólo fue sueño lo vivido
quiero vivir del sueño de tu asombro.
Pedro Geoffroy Rivas
I
Era una compañía desolada,
como luz que en las sombras se perdiera;
y era una soledad tan verdadera,
cual música del eco rescatada.
Era el alma a la carne confinada
en la palabra eterna y pasajera.
Era verdad, a veces, y quimera
y a veces, era llama enamorada.
Era gozo gimiente y malherido,
era fuego que hiela y que restalla,
era presencia fiel, tenaz gemido.
Y ahora que el dolor su ardor desmaya,
por fin, vuelve tu beso del olvido,
locuramor, gritando su batalla.
II
Perezca el sol, reposo halle la brisa,
vuelva al silencio el canto reverente,
mas no se extinga la pasión urgente
ni el instante fugaz que la eterniza.
Sumérjase en arena movediza
el perfume que el labio le alimente,
y triunfe del olvido persistente,
como la luz humilla a la ceniza.
Muera la vida, caiga la hermosura
por la muerte besada en el costado,
beba su sed tenaz toda amargura.
Y el fuego, por su propia luz cegado,
sufra feliz el ser su quemadura
desde un cielo sin luz, inexpresado.
III
Como un dolor, tu beso me ha crecido.
Tu beso, y tu tenaz melancolía.
Me heredaste esa carga de utopía
con que cada palabra me has herido.
Tu herencia de jaguares no ha podido,
sin embargo, matarme la alegría.
Eras también la flor, la lozanía,
y un idioma inmortal estremecido.
Me sigues con tus luces de diamante,
con ese pensamiento ensimismado
que alienta en tu palabra dominante.
Tan palpable te siento, vulnerado,
como si de una herida lacerante
me creciste de pronto en el costado
IV
Amor, y t? lo sabes, es venero
de profundas y dulces quemaduras,
y también tiene espinas tan seguras
que matan con el roce más ligero.
Amor hace lo eterno pasajero
y nos convierte en lámparas oscuras.
Nos hace contemplar dichas futuras
y nos regresa al polvo volandero.
Amor fue tu canción y tu batalla
por vencer a la muerte y su letargo
y al labio que su sed rendida calla.
Se endulz? tu canción, amor tan largo,
que ahora brota tu dulce amor amargo
como una inmensa flor que me avasalla.
V
De carne y sangre y sueño hemos nacido,
De voluntad y fuerza enamorada,
Del pensamiento, con su luz alada,
De fulgores y polvo bendecido.
De sordos nudos, lúcido sonido,
De pasión a la idea entrelazada,
De estirpe pasajera eternizada,
De memoria triunfando del olvido.
De la palabra plena y del mutismo,
Naciendo hacia la vida que avasalla
Al silencio en el fondo de su abismo.
As? llegu? hasta el campo de batalla
Donde, en la vena, el viejo silogismo
Una roja tormenta me restalla.
Premio de Poesía
Juegos Florales Hispanoamericanos, Quetzaltenango, Guatemala, 1999