Dikt Junto al mar
Donde vivo, querido Gilmar,
el rumor marino y la abultada hierba
acompañan todo el año.
Las mujeres visten ropas tenues
y balancean el cuerpo
para recordarnos aquello que sobradamente
quisiéramos olvidar.
Los niños juegan,
los animales (esos de que hablabas)
miran absortos.
Heráldicos y milenarios te iba a decir,
cuando lo cierto es que están cansados y perseguidos.
Caminando un poco,
he descubierto una roca
que este mar levantisco
graba con extrañas adivinanzas.
Restos de peces y aves,
algas arrancadas de lo hondo
y un trozo de quilla que en otra vida debió ser soberbia.
He vuelto allí y he reconocido nuevos objetos,
cada uno munido de su silencio
mientras el agua extiende su fiero párpado
con ademán de prestidigitador.
A una veintena de metros,
otra Helena mira esta devastación
alejada del dolor y del placer.
O quizá sumida en esos mares.
El ciego vaivén lava, en todo caso,
de la facilidad de las preguntas
al tiempo que cierra ojos
y clausura labios.
Seleccionado por el autor