Dikt El mendigo
Curvado sobre el báculo piadoso
En que se apoya la convulsa diestra
Y ampara el natural desequilibrio
Del cuerpo, que al andar se bambolea
Como una vieja barca que las olas
Empujan y atropellan;…
Bajo la bruma del invierno airado
Y con el fardo del dolor a cuestas,
Va el mendigo al azar, porque sus ojos,
Donde se fija la visión apenas,
Acaso ven un bulto en cada cosa
Que se perfila por la triste senda….
Hastiado de la brega acostumbrada,
Cansado de mirar cerradas puertas,
Va sin rumbo, cual náufrago que sigue
Resignado a favor de la tormenta,
El lóbrego sendero que el destino
Marca a su vida por la mar inmensa…
¡Quién sabe en qué recodo del camino,
Dejando el fardo de sus hondas penas,
Solitario, sin lágrimas que mojen
Su amarillenta y triste cabellera,
Exhalará su postrimer suspiro
Sobre un jirón de la negruzca tierra…!
¿Es la triste oración de cada día
Que agita su ala trémula?
¿La desesperación de tanto olvido,
Que modula en silencio una protesta,
Lo que haciendo temblar convulsamente
La enjuta boca de marfil exenta,
Hace girar los ojos del mendigo
En el seno brumoso de sus cuencas?
¡Es el hambre, que atroz su garra finca
En la carne del triste y la atropella…!
¡Cuántas veces el labio tembloroso,
El labio devorado por la anemia,
En el nombre de Dios ha suplicado
De todo lo que sobra, una miseria…!
Si no fueran dos fuentes cuyos cauces
Ha tiempo que secara la indigencia,
Sus ojos: ¡cuántas lágrimas lloraran!;
Sus labios: ¡cuántas lágrimas bebieran…!
….
Viajero por los mares de la vida,
En busca sabe Dios de qué risueñas
Playas de promisión, con fe robusta
Y de blanca ilusión el alma llena,
Se dio al embate de la hirviente ola
Soñando en cada tumbo una promesa. …
Pero así como el ave que su nido busca
En la noche tormentosa y negra,
Y al fiero empuje del turbión airado
Llega del bosque a la confusa breña,
Ajeno el pico a la gallarda nota,
Perdido el rumbo y con las alas yertas;
¡ya lejos de la orilla,
Seno adentro del mar de la existencia,
Se halló, toda ilusión hecha cadáver,
En los escombros de su fe ya muerta!
¡Y allá va, pensativo y taciturno,
Trepando del dolor la dura cuesta,
Como un fantasma tétrico y sombrío,
Engendro del dolor y la miseria…!
Quién sabe qué mordaz filosofía
Al ánima del mísero atropella;
Cuando el dolor agrede y nos maltrata,
Cuando la realidad toca a las puertas,
¡hasta Dios, como un ídolo inseguro,
Se derrumba del alma y de la idea…!
Siguió del bien la luminosa vía,
Y puesta siempre en Dios su ánima austera,
Vivió soñando amor como un cristiano,
En la tranquilidad de la conciencia
¿Qué fue de tanto bien como soñara?
Y Dios, ¿en dónde está, que torvo niega
Un jergón para el cuerpo macilento,
Y un mendrugo de pan? Y la conciencia,
¿en dónde está también?… ¡Oh negro arcano
Que ofuscando la pobre y vana idea
Alimentas la fe ciega y cobarde
Con los licores de la duda acerba.
¡Mentida Caridad, por el mendigo,
Un milagro de amor sobre la tierra!….
¿Morirá como el réprobo insensato,
Sin que a la hora trágica y suprema
En que el soplo divino se desliga
De la vulgaridad de la materia,
Ni un labio ruegue por la paz del alma
Ni un cirio alumbre con su llama trémula?
Así tendrá que ser, querencia humana,
Que todo lo avalora, mide y precia:
Cuando baja al sepulcro solitario
Un hijo del dolor y la miseria,
¡no hay el honor del oro de los cirios,
Ni el incienso aromático se quema,
Ni reza el labio trémulo del cura
Ni la campana de la ermita suena…!