Dikt Tela de chagall
Entonces para la pintar voy a inventar a una mujer
llamada Ana
de Murcia por lo bíblico
y azafrán del nombre, voy
mariposa de una vez a escribirla
en el aire ciego como habría hecho Borges
de Buenos Aires con aroma
y aceite de Chagall hasta quedar pasado a Chagall
de ver y de intraver por dentro la mariposa
temblorosa, pordiosero
de su lozanía, voy a imantarla
en varias direcciones: 1) hacia el sur
contra el pathos y a favor del distanciamiento, 2)
sin grandes precauciones ligera
hacia las estrellas del Este, 3) terráquea
al Oeste y medieval, esto quiere decir total
y mortal en el encantamiento, 4) al norte
además que es por donde sale Heráclito.
Vestida así no habrá espalda
más hermosa de muchacha, línea
de la nariz, nácar
más traslúcido de piel, ventilada
más aérea para la danza, casta
y libertina como ha de ser la sangre de la mujer
eximia de afeites, amapola
entre los venados velocísimos,
gozosa de parto.
Pintada de sí pueda la invención
gloriosa unirme a sus arterias por hierogamia
de suerte que novilla y Zeus hagan
otra mariposa más verde,
pueda ahora
que es jueves entrar en la figura
otros nueve meses y salir volando de adentro
de su esbeltez, riendo
de ser rey como Borges y crezca
Buenos Aires pese al verano
cruel, y lo arbitrario
de la pérdida sea elegancia, un
sosiego de palomas, y Ana
de Murcia por lo visto exista viniendo
en su vestido blanco de vidrio,
y yo
perdure de ella.