Poesía española

Poemas en español


Dikt Variaciones

-I-
Tientos, tocatas… bajos continuo y rumores
De aguas mansas. Cabanilles y el largo aroma
De nuestros valles que recreó Bach, en las brumas
Turingias. La fría y desangelada palidez
Del barroco deseo sublimado. Ahora
La morbidez de tus pechos, virtuosos mensajes
De vida y triunfo, de la extraviada cadena,
Nos hace humanos. Con cada guiño, susurro,
Túnica o enagua, volvemos al largo que nunca
Debimos abandonar. Y con la danzarina
Que administras, y el morbo que muestras cuando
Miras fresca, adolescente, desnuda, oscura,
Vibrante, de nuevo anuncias ser mullido césped,
Dosel nocturno, o solo mujer enamorada.
De aquellos largos sutiles y bien temperados
Besos, un día pasto del olvido, hoy quedan
Las evidencias triunfales que nos iluminan
Con el vuelo de albatros y gaviotas. Sonatas
Y tantos deseos de perdernos abrazados.
Música de tu voz abierta, fresca y madura,
Santo registro de aquel burdel, juramentada
En falso, deseante, celosa de lejanías
Que buscan tu puerta, que abre tus valles, mares
Y noches eternas sobre el regazo embriagado.
La perversa y atávica esperanza de penetrar
En tu corazón, a fin de cuentas carne, órganos,
Clavicordios, voces graves, triples… Variaciones.

-II-

Nacemos, apenas armamos un ideario
Para no naufragar, y sin que nadie ajeno
Nos guíe, cada noche algo nos traiciona.
No sabemos hacia dónde, pero la vida
Huye de lo que un día fuimos y amamos,
Y de lo que quisimos ser. Buscamos iconos,
Los nuestros, y los enarbolan manos ajenas.
Alguien nos empuja a salvaguardar todo cuanto
Tenemos consensuado, y un día, en un instante
De lucidez, nos tambaleamos. Algunos muchos,
Atemorizados, hablaron de una traición,
Después de roer, durante años, el haz y el envés.
Cuánto tiempo perdido para, un día, llegar
A la tierra prometida, donde duerme y espera
El vigía, solícito de amor hereje
Que emboscó su infancia, diluyó la ternura
Y salvó la soledad y la luz del agnóstico.
Todavía, a veces, sonrío, indiferente,
Intento acoplar mi paso al del universo,
Añoro al hijo que no tuve y se me congela
La rabia. Solo tú me anuncias luz. Y sigo.

-III-

Arrullada por los vientos del mar confiado,
Te asomas desde el triste balcón de la ola madre,
Hastiada de redimir tu desierto, indolente
Olvido, agotada tu sonrisa, repleta
De delirios y amarantos. Colores. Protegida
Y adecentada en la parquedad juvenil
De tu vello y sus excesos, reclamas el relámpago
Audaz, la futura distancia de la lujuria
Rebelde. Hembra y pletórica aún, ansías
El amor de tu sangre, la sangre de tu risa
Y te rindes a mis pies soltando el pareo,
Abriéndome tu alma, los horizontes perdidos,
Abandonándote al conjuro de mis caprichos,
Tus convulsiones, mis esperanzas y tus antojos.
Sé que temblarás, diminuta, sobre mi pecho,
Como las alas sobre el crepúsculo. Risas y plumas
Por el aire. Rosas de sal marina sazonan
Nuestros días. Los rumores, asombrados, traban
Las derivas del guiño, suspenden el crepúsculo.
Pronto, quizá a tientas, pero cabalgarás
Sobre mi tiempo, al alba, huyendo del vacío.
Sobre ti dormirá el placer y los temores
Y el halago. Serán el reflejo malherido
Por las ausencias y el silencio del collage
Singular que fuimos. Dos torbellinos sin rumbo.
Tu y yo sabemos que en la entrega y abandono
Duerme el ritual que quiebra espejos y oculta
Símbolos, que se abrió al amor. Porque eres mujer
De mil deseos, de cien orgasmos y pretendes
Ser de un solo hombre, aunque tu constelación,
El agua y la sal sobre tu fuego, te sumergen
En la vida. Ni cerca ni lejos, mar ni cielo,
Nube ni arena, disuelta y cautiva, liviana
E imprescindible. Tan espléndida. Y pura,
Igual que la sed enamorada de tu vientre.



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Dikt Variaciones - José Garés Crespo