Dikt Una parábola acerca de scott
Las mansiones de moda en Long Island están en nuevas manos.
Allí Gatsby había muerto, luego de amar una mujer.
Quedaba el dolor, tan solo, como una presencia fraternal
y los afectos superfluos, aferrándose al cuello.
«Dilapidé mis esperanzas
en las pequeñas carreteras
que llevan al sanatorio de Zelda.»
Apelaba a frases pastosas, y los hermosos rostros
del año pasado dejaban advertir su vacuidad.
Entretanto, en los guiones, el productor tachaba
giros innecesarios: era el final.
Frasco vacío, boleto para una función que ya pasó,
faltaba el postrer ultraje.
Agradeciendo el tibio vino de la compasión
supo que tenía derecho a morir en paz.
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