Dikt Te imagino oasis
Te imagino oasis, entonces, te habito.
Mis ganas te pueblan porque el deseo no entiende de razones y mis caricias, huérfanas de tu piel, necesitan el remanso de tus montes a los cuales busco, rastreo, siguiendo la línea perfecta de tus curvas.
Mi boca se empecina, y sin argumentos válidos que me permitan convencerla de lo contrario, dejo que se sumerja en tu cuerpo, donde parece haber encontrado lo que buscaba, donde se siente en su hábitat natural.
Los besos se escapan, quizás porque no puedo detenerlos o tal vez simplemente porque quiero que ellos me acerquen algo de tu sabor, ese sabor tan especial que encuentro al perderme en tus abismos, en los cuales el tiempo se detiene invitándome a quedarme, a permanecer.
Tengo ganas de vos…
No sé si buscarte, tengo una ventaja que tu ignoras, la ventaja placentera de poder imaginarte, lo cual me permite tenerte siempre conmigo ya que, cuando el deseo me pide una excusa, el solo concentrarme en tu figura te trae aquí, y puedo diseñar en vos mi espacio, puedo construir en tu cuerpo un puerto, un refugio en el cual anclar, en el cual no pensar en la tormenta.
Entonces, imagino tus caricias en mi espalda, el aroma de tu cabello, la humedad de mi huella en tus caminos y a vos, complaciente y complacida, esperando siempre una ronda más que te eleve al cielo…
¿Qué quiero?…
Quiero sentirte, no pretendo perpetuar lo efímero, ni tampoco capturar al sol para que brille en mi noche, solo sentirte, solo enseñarle a mi piel que existís, que estás allí y que, en tu entrega, estas preparada para recibir lo que vengo acumulando. Quiero que toda esta experiencia ganada en otros deseos se convierta en esclava del tuyo, al menos por una vez…
No importa si no se repite, para todo hay una solo primera vez, por eso, guardaría en mi memoria cada uno de tus gestos, cada devolución que me hicieras, y en especial quisiera atesorar el momento exacto, puntual, en el que tome por asalto tu portal y lo invada, convirtiendo lo extraño en algo íntimo, arremetiendo suave pero firme para adueñarme de tu interior, salpicado por la controversia de tus gemidos que me desorientan porque en vez de suplicar clemencia pedirían más de mi empuje, de mi fuerza, hasta convertir este desembarco en una invasión total…
No pido que te quedes, no pido que me quieras, esto no se trata de tu amor que sé imposible ni del compromiso que sabemos no puede existir, esto se trata de mi adoración, de mi encantamiento, de todo lo que provocas, aun sin saberlo dentro de mi mente, de mis ganas y de mi corazón…
Por eso…
Desde romántico, tierno, sentimental, hasta salvaje, erótico y lleno de fantasías, mi camino espera por tus huellas, porque necesito trepar por tu columna, pasear en tus hombros, ahogarme en tus axilas, y luego bajar y subir, dedicándome a tus pies, a tus piernas para perderme más allá, donde solo los afortunados que tus ganas premien pueden llegar…
Y yo, humilde esclavo de tu placer, enamorado de tu imagen, fiel adorador de tu figura, quiero ser un elegido, un sacerdote blasfemo de tu templo, un alquimista de tu placer que solo desea ensayar un ritual mágico en cada centímetro de tu geografía para intentar así sembrar en vos las ganas de volver a repetir el encuentro.
Juan Leandro Alzugaray