Dikt Lacerado
(Para mis hijos, José Leonardo y Gregoria Urbana, razones de mi existencia)
Hoy es mi último día
Perdí
Pensaba perderme
Me voy muriendo
Nada me prohíbe
Volveré a ser sombra
Pasado
Sólo así dormiré en paz
Solitario.
Siempre estarán
Junto a mi silencio
Siempre estarán
Son los fantasmas que más quiero
Los que se aferran
A mi pasado
Siempre estarán
Conmigo
La risa de la abuela
El silencio del abuelo
Ustedes
Sembraron en mi espalda
El cuchillo que hoy
Quema la palabra
Tengo
El alma lacerada
Un par de piernas
Controlan
Dominan mi vida
Una mujer
Silencia
Mi voz
Estoy frente
A ella
Nadie me salva
Apenas la muerte
Esto ha sido el Cactus
El peso
De mi destino
No me atrevo vivir ésta vida
Ignoro
Si el dolor
es único
En éste amanecer
Sólo
Tú existe
No me interesa
La memoria
No me interesa
El olvido
¿De qué me quejo?
Si la palabra
No me doliera
Yo sería tu voz
Tu olor
virginal
Se clavó
aquí
Esta soledad
Me rompe el hígado
Desgarra
mi silencio
Siento el miedo del lobo
que hay en mí
Lacerado
Sofocado el miedo me aprisiona
La lascivia perfora las manos intactas
Puedo percibir el olor virginal la muerte
No perdona
Auyento los fantasmas bañado de sudor
Hincado en ti
El hermético lirio de
tu sexo/
Deja caer
La mariposa de tu boca
Serenamente,
Me sembraré en tu carne
Rompiéndome el camino
De donde vengo
La memoria
Surca el deseo
Y el tiempo se obstinó
de las horas
Sólo dentro de ti
Soy lluvia
Soy fuego
Puedo sentir el
estallido
Puedo contar los días
Esperar una eternidad
Si al caminar el desierto
Tú calma mi sed
¿Cuándo voy a navegar
Por tus labios mar rojo muerto
castigo
de mi fe?
He llegado a tenerle miedo
Al recuerdo de mi infancia
Sobre mis hombros
Pesan tantas imágenes
espejos rotos
Llantos
sufrimientos
angustias
Eso se lo debo a mi padre.
Sobre mis manos
Aún quedan polvos de risas
Alegría disecada
Eternos consejos
Palabras llenas de fe
de esperanzas
de consuelo
Eso se lo debo a mi madre.