Dikt Las lágrimas de angélica (fragmento)
(Canto IV, estrofas 9-13)
9
¿A dó llegara la soberbia nuestra
y el menosprecio de la flaca gente,
¡oh hembras!, que nacistes para muestra
del gran saber del padre omnipotente
si no rindiera la belleza vuestra
al fuerte, al saio, al rico, y al prudente?;
lo cual en sus altivos pechos cría
mesura, gentileza y cortesía,
10
llaneza y humildad, y sufrimiento,
y liga, y Amistad conforme, unida
con otras mil virtudes que no cuento,
que son bien necesarias a la vida;
de aquí nació el gentil comedimiento
del Orco, que en su ofensa conocida
apenas amenaza y siempre ofrece,
siempre regala y siempre favorece.
11
Jamás verá los fines de su hecho
quien no castiga y amenaza en vano,
él queda con la lengua satisfecho,
y nunca piensa sello con la mano;
aunque conoce Angélica el despecho
del Orco, ve el poder de Amor tirano,
pues contra quien no vale arnés ni malla
denuda se presenta a la batalla.
12
Y con palabras blandas halagueñas,
así la ardiente cólera mitiga
y así rompe cual vinagre peñas,
o como al mismo l’agua su enemiga;
¡oh amor!, ¿dónde aprendiste lo que enseñas?,
¿qué le mostraste a la mujer, que diga,
con que tan presto venza, y con que pruebe
blanca al ojo la pez, negra la nieve?
13
Contempre en este paso todo amante,
si está muy satisfecho de su dama,
y se se ha visto en caso semejante
que no harán que entienda, el que bien ama,
si no lo entiende, al fien pasa adelante,
que no es tan fácil de soltar la trama
que teje Amor, do la razón se enreda,
y si ama, ¿quién la sultará aunque pueda?