Dikt De cÁdiz a montevideo
A Alicia Oschendorff.
Mariposa marrón de madera,
Niño violín que se desespera,
Cuando Becho no toca y se calma,
Queda el violín sonando en su alma
Alfredo Zitarrosa
Montevideo tiene esta luz y esta cascada,
Y una rambla por donde dejé ir tantas
Veces mi paso, mi paciencia enamorada.
Hay un colegio de monjas, una amiga
Querida de la que conservo cartas,
Un libro abierto entre las manos, un verso
Claro alimentando las horas volátiles,
Un beso repentino estrenando el corazón.
Las olas tienen memoria. Este mar
Me desvela su secreto, su pentagrama,
Me persigue, reconoce el tacto de mis manos,
Es el espejo que hoy me enseña quién fui.
Estas palmeras que alargan su lenguaje
De sombras a lo alto son mi historia íntima,
Y en este sol que ilumina los párpados
Encuentro algo de los paseos de mi niñez,
Algo del barrio viejo, de los primeros juegos,
De la antigua casa de mis padres, de un reloj
Varado en la nostalgia azul, de unos labios
Postrados en el súbito temblor de lo no dicho.
Aquí evoco parte de lo buscado, de lo nunca
Encontrado, de lo nunca vivido. Hay calles
Que uno nunca ha recorrido y que parecen
Desvelar nuestros pasos, nuestras heridas
Cotidianas, la piel de las lágrimas vertidas.
Aquí hay algo de lo perdido, algo que
Tiene que ver conmigo. Me vienen milongas
Lejanas, carnavales que se fueron, que dejaron
El eco desvaído de alguna murga, las voces
Que pintaron la adolescencia, que llenaron
Mi diario de amores imprevistos, hoy borrados
Para siempre, perdidos en manantiales oscuros.
Zitarrosa canta en un viejo tocadiscos la historia
Del loco Antonio, su voz me trae restos
De mi biografía, trayectos singulares,
Huellas suspiradas, derramadas en la arena.
También hay sangre, sátrapas que desbaratan
Familias enteras, muchedumbres huyendo,
Golpes que magullan el alma y nos destierran.
Hay prisiones que no pueden pronunciarse,
Caligrafías que dejan su sacudida en los dedos,
Tiznados de palabras perdidas, desoladas.
En esta ciudad del sur, como la mía, me confundo,
Hay astros que me hablan y siluetas que forjan
Un espacio pretérito que fue mío, confusamente
Vierto sobre sus plazas las voces de otro tiempo.
Hay algo en este verde de los parques, en este lento
Desafío de hojas, en esta caricia alada de la brisa,
De lo que he sido. Aquí mi nombre quema, tiene
Sitio, sabe a verdad, roza los días, los crepúsculos,
Se baña en los atardeceres, vuelve a deslumbrarse
Por el verso estallante de un poeta recién descubierto.
Hay una historia que busco en las mareas de Cádiz
Y otra que perdí de forma inevitable en las de Montevideo.