Dikt Ii
El remanso de los lirios que inundan tus labios,
Tan lejos del olvido que es como la yunta
Desmedida que sacude impaciente la tierra,
El candil de tus manos, el viento que ondula
Tus cabellos enormes, la mansa corriente
Del río que alarga su caricia hasta tu cuerpo.
Y veo tan lejos de aquí los contornos agraces,
La neblina horadando los puertos, los cansados
Rostros de los estibadores que trabajan en el muelle,
Sintiéndome tan cerca de la vida, del amor
Que retorna a las campanas que fulgen sin ocaso,
De los besos poblando de astros los silencios.
Es el sosiego del ánfora donde reposa el agua,
Donde la luz, ya no inmarcesible, abraza
Los párpados y deja en el aire una fragancia eterna,
Donde la brisa sutilmente mece las cortinas,
Y las manos se entibian en los espejos del camino
Como una primavera inmensa surgiendo del abismo.
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