Dikt C. e. y a. a
Como siempre sucede, al amor le sigue una noche de encierro interior,
Es decir, un tiempo para arrasar entre los dos juntos la memoria.
Y a tu boca espléndida le nace ahora mismo un hollín diferente,
Una arruga de pena y al pasar a mi lado dos niñas juegan a entregarse a un sultán.
Quieres gritar.
Quieres regresar al escenario profundo de las mil maravillas de antaño que apenas si recuerdas,
Cruzas tus muslos y surge entre ellos un hombre muy cruel.
Ya no eres tú el que sucumbe al ardor y a la dicha,
Ni guarda en su costado la efigie nauseabunda de otro amor,
Más singular si cabe, más aciago aún, más terrible todo.
Quieres gritar y también golpearle.
¿Qué grandeza puede tener hoy tu carne de par en par abierta a la renuncia?
Y sobre todo, ¿quién es en este justo instante el cabrón más magnífico?