Dikt La barbarie
Cuando se hacía de noche alguien dictaba sentencia y el golpe
Era provechosamente recibido, la sangre manaba de su cadáver
Como un río de sombra, y además llegaría pronto el otoño. Los
Asesinos apagaban sus parrillas entonces. O no era ya eso. Nos
Hería su luz desmesurada, se nos borraba el aliento y en
Ocasiones hacía mucho ruido el dolor. Te morías de aquella por
Su sexo entreabierto y sublime. Quienquiera que fuese el oscuro
Abrigo de su amor, el que más parecido llevaba con su odio a
Los extraños, debió decirle su afición: abrir de par en par tus
Muslos para que el paso de la lluvia se hiciese recóndito, qué
Gusto llevarse a los labios el placer, o tu boca ya índigo y
Declive… Aún quiere la noche su eterno desvelo.