Dikt La herencia
Al fin te marchas, claro. Muy bien. Eso no es nada.
Si acaso, el momentáneo desempleo,
La granja;
Tal vez, como perro temeroso,
Los ojos bajos al pasar
Frente a aquel compañero que te creía otra cosa.
Y de repente, Miami. Como si dijéramos La Habana
Que buscabas,
Tu Habana fácil y despreocupada.
(Políticos baratos ¡que costaban tan caro!
Burdeles, juego, yanquis, mariguana.)
Magnífico.
Un salto atrás perfecto.
Eres un gran prospecto
Olímpico
Sin embargo, no sé qué penetrante,
Qué desasosegada
Lástima me aprieta el corazón, pensando
En tus remotos descendientes,
Dormidos en su gran noche previa,
Su gran noche nonata.
Porque algún día imprevisible,
Aún no establecido, pero cierto
Van a verse acosados
Por la pregunta necesaria.
Tal vez en la clase de historia
Algún camarada.
Acaso en una fábrica. La novia
Pudiera ser. En cualquier sitio, en fin,
Donde se hable de este hoy
Que será para entonces un portentoso ayer.
Sabrán lo que es la herencia que les dejas,
Esta especie de sífilis
Que ahora testas con tu fuga,
Algo así como aquella otra sífilis (verdadera)
Que denuncia tu labio leporino,
Y que ganó tu abuelo,
Contrabandista, marinero,
Bandido,
Cierta noche de escándalo
Bajo la luna de los caribes,
Borracho con una horrenda puta
En Cartagena o Panamá.
Claro que sé muy bien
Lo que hay que responder en estos casos.
(Que los hijos no pagan la cuenta de los padres,
Que los padres, etcétera.)
De acuerdo,
Mas con todo, es distinto.
Uno se siente más tranquilo
Con Maceo allá arriba,
Ardiendo en el gran sol de nuestra sangre,
Que con Weyler, vertiéndola a sablazos.
Cuestión de suerte, me dirás. ¿No es eso?
Quizás, te diré yo. Pero así es.