Poesía española

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Dikt Los oficios del poeta

-«Los poetas deberían casarse con mujeres delicadas para los menesteres olímpicos del lecho

Fuertes y sabias en los oficios culinarios»-,

Dijo un bardo cuyo nombre no recuerdo

Y es verdad, porque los poetas hechos de pintura, de barro o tinta

Trabajan hasta tarde, casi no duermen en las acostumbradas horas, y por las mañanas siempre sueñan.

No gustan a las corrientes mujeres los alucinados ojos

Que emergen de recientes pesadillas; náufragos los ojos…. Los ojos del poeta.

Pero los poetas reconocen que hay oficios irremediables que se amontonan detrás de las puertas

Y dentro de los escaparates

Señalándolos día tras día, oficios terrenales que les muerden la garganta como un vampiro

Y no les dan tiempo libre para lo que más les gusta que es:

El no hacer,… O la casi nada.

Porque los oficios del poeta no se pueden contabilizar,

por ellos no se paga la más irrisoria suma y con poemas no se puede pagar en las tabernas,

en los burdeles, o en los restaurantes más humildes.

Los poetas se tendrían que casar con mujeres de especial sensibilidad

Que los dejaran podrirse entre papeles,

Libros antiguos, y grimorios con las formulas exactas para seducir a la luna,

esculturas y pinturas con olor a trementina,

mientras ellas broncean sus pieles de iguanas recién restauradas a la orilla de una piscina azul.

Por esto los poetas sin fortuna y sin suerte deberán ser sus propios y solícitos esclavos,

Lavar sus modestas ropas,

Sus calzoncillos de hilo blanco, preparar sus raciones de faquir en las horas despistadas.

La disciplina draconiana no se hizo para ellos

Y la asepsia es cuestión de estética, más que de ética saludable.

La soledad forja livianos y fuertes sus huesos,

Los hace altivos, pletóricos de Canciones y poemas,

Además, en medio de este ascetismo siempre es posible una consignación seminal cada tres meses.

Pero, hay poetas que se pierden en el laberinto de los crueles oficios contables y reales.

No encuentran el camino hacia su guarida de sueños,

Pierden los callos de sus manos

Y a veces se dan cuenta

Demasiado tarde.



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Dikt Los oficios del poeta - Omar García Ramírez