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Dikt Sonata para adolescente y padres

TENER en casa un adolescente
Es una hecatombe
-también en su sentido etimológico –
Y una maravilla
-o si queremos nuevamente aludir a lo helénico –
Una taumaturgia.

Tener en casa un adolescente
Es tener en un modesto tiesto de geranios
El naranjo que alcanza quince metros de altura
En la selva argentina.
Tener en casa un adolescente
Es exhibir bajo la lluvia
El tigre de brillantes rayas amarillas
Feroz en su mutismo y su belleza,
Con la tensión eléctrica y felina
De la caricia y del zarpazo.

Hablarle de futuro a un adolescente
Es hacer disquisiciones acerca del hielo
Recién descubierto en la luna.
¿Y el pasado? ¿Qué será el pasado?
Fragmentos de sueño o anécdotas
-algunas graciosas, las más ridículas –
Que siempre le han pasado a otro;
También son, desde luego, trozos de muerte pequeñita.
Sólo vale el presente:
Inseguro, absorbente, como una ciénaga
O intenso como el rayo que amenaza hacer trizas
Alguna antena parabólica o tal vez un bosque
-a lo mejor también televisado –
Pues los bosques, ya se sabe,
Están en vías de extinción.

La experiencia, sobre todo si es de los padres,
Es un pozo cegado del que ya no mana el agua.
Si alguna vez almacenó rumores de garrucha,
Frescor de temblorosa arquitectura,
Color reseco o cautivante de la sed,
Ya sólo es el grafito indescifrable,
Sobre un muro de tiempo,
De una lengua que bien pudiera ser el dálmata
[que, como se sabe,
Hace cien años justos dejó de existir].

Pero al fin y a la postre,
En este esplendoroso banquete de ruinas
Que es nuestra convivencia,
¿quién es más existente?
¿El obediente y programado,
Que con sus pies y sus manos de músico
Va sacándole registros uniformes
-que él cree matizados y variados –
Al órgano de la nada?
¿O el que no admite consejos ni enseñanzas
Y se aburre en las aulas que él ve como jaulas,
Y disfruta en la nada de no hacer nada,
Uniformando el caos
Con la aventura de los ordenadores
Y las nuevas palmeras altísimas de los decibelios?

Pero a pesar de todo es
Aterradoramente bello y conmovedor
Tener en casa un adolescente,
Porque ha perdido – a veces sin saberlo,
Otras sabiéndolo, de forma irreparable –
Aquel velero azul de los años dichosos.
Y hoy va bogando y vagando
Por un mar voraz de tiburones,
Rumbo a lo desconocido.
Tras la indolencia o la insolencia
Late en sus gritos y en su silencio
Más que un anhelo de libertad,
El ansia impostergable
De que alguien lo acepte en sus contradicciones:
Pues en la soledad busca la compañía
Y está perdido en la multitud,
Aunque ponga la cara de todos
Y se exprese en la jerga de todos,
Porque su lenguaje es único
Y aunque ni siquiera lo sospeche,
El bote salva-muertes del amor
Está brincando ya sobre las olas,
A millas procelosas de distancia
O a detenidas horas de calma chicha…
Bajo la superficie gris y tersa
De los días iguales y el arenal del insomnio
Existe mucha mar de fondo.



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Dikt Sonata para adolescente y padres - Pepe Mas