Dikt Un adios
Lo vi envolverse constelada la estela
De su piel rosada y blanca como seda
Y en las auras sin luz conspiró a solas
De que era mejor partir por los vitrales
Ocultarse y reír; y verme llorar tras las cortinas
Cuando la triste soledad hoy me acompaña
Bailando una tonada en su memoria.
En el celeste azul de aquellos ojos,
Que se llenaron de cosmos y de vida,
Conjugaron la faz de mi alegría
Y embrutecí de horror con la noticia
De que el hermoso hombre de la guajira
Me dejó una nota de arpegios compungida
Del llanto que se me desprendían
En la conspicua paz de mi noviembre.
Cuando esto pasa se prolongan las horas
El mudo asombro que balbucea y gime
La garganta se ensancha por gritar y no grita
Y se secan los zumos del alvéolo
Y tengo en la cabeza expedita la imagen,
Da vueltas su ternura; ¡es mi locura!
Que entiendo bien que es eterna tu ausencia…
¡y canta y llora la soledad del mudo augurio!
Que se abate y se cae en desconsuelo.
Que apasionada de los extintos anhelos su morada
De los tristes adioses su mirada
De los engaños y desengaños la estocada
Desangra el infinito rincón de su alma inquieta
En la flor de mi dermis pálida que enferma.
Adios, mi precoz dulcecito de las ninfas,
De las que no llegaste a probar su esencia,
A las que lo dejaste ateridas sus ganas.