El autor Rosalía de Castro

Teme que una inmensa dicha aquí abajo te sorprenda; glorias, aquí, sobrehumanas traen desventuras supremas. No imagines que pasa el […]

Tras de inútil fatiga, que mis fuerzas agota, caigo en la senda amiga, donde una fuente brota siempre serena y […]

Mira que mi corazón es una rosa de cien hojas, y cada hoja una pena que vive apegada a otra. […]

Bien sabe Dios que siempre me arrancan tristes lágrimas aquellos que nos dejan, pero aún más me lastiman y me […]

Cuando pienso que te huyes, negra sombra que me asombras, al pie de mis cabezales tornas haciéndome mofa. Si imagino […]

Ya que de la esperanza para la vida mía triste y descolorido ha llegado el ocaso, a mi morada obscura, […]

Adiós ríos, adiós fuentes; Adiós, arroyos pequeños; Adiós, vista de mis ojos; No se cuando nos veremos. Tierra mía, tierra […]

¡Cuán hermosa es tu vega! ¡Oh, Padrón! ¡Oh, Iria Flavia! Mas el calor, la vida juvenil y la savia que […]

Volved, que os aseguro que al pie de cada arroyo y cada fuente de linfa trasparente donde se reflejó vuestro […]

Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros, ni la onda con sus rumores, ni con […]

Cementerios de Galicia con sus cipreses tan altos, con sus olivos oscuros y sus humildes osarios, todos de flores cubiertos, […]

Una luciernaga entre el musgo brilla y un astro en las alturas centellea, abismo arriba, y en el fondo abismo; […]

Hora tras hora, día tras día, entre el cielo y la tierra que quedan eternos vigías, como torrente que se […]

Arrodillada ante la tosca imagen, mi espíritu, abismado en lo infinito, impía acaso, interrogando al cielo y al infierno a […]

Oigo el toque sonoro que entonces a mi lecho a llamarme venía con sus ecos, que el alba anunciaba; mientras […]

Tierra sobre el cadáver insepulto antes que empiece a corromperse…, ¡tierra! Ya el hoyo se ha cubierto, sosegaos, bien pronto […]

¡Otra vez! Tras la lucha que rinde y la incertidumbre amarga del viajero que errante no sabe dónde dormirá mañana, […]

Llévame a aquella fuente cristalina donde juntos bebimos las purísimas aguas que apagaron sedes de amor y llamas de deseos. […]

Moría el sol, y las marchitas hojas de los robles, a impulso de la brisa, en silenciosos y revueltos giros […]

Tejí yo sola mi tela, sembré sola mi nabal; sola voy por leña al monte, sola veo arder el lar. […]