Dikt Santateresa
Los humanos nos juzgan crueles, pero ¿qué valor puede
Tener en estos tiempos la opinión de los humanos?
Consideran que nuestras costumbres sexuales son
Violentas, pero ¿hay algo más violento y sanguinario que ellos
Sobre la faz de la tierra?
Cierto es que matamos a nuestros amantes durante la
Cópula, pero ¿que mayor homenaje a sus caricias? Puesto que la
Muerte ha de llegar forzosamente ¿no es mejor su advenimiento
Durante el delirante clímax?
Que nadie vea en estos argumentos una justificación. No
Hay tal cosa. Si arrancamos la cabeza de nuestros amantes
Durante el acto es simplemente porque hay en nosotras un
Impulso que no puede ser reprimido, y que proviene sin duda de
La voluptuosidad del instante. Pero no hay engaño. Saben que así
Debe ser, y cumplen su papel sin la menor queja. Amar y morir
Son una misma cosa para ellos. No hay traiciones, ni
Deslealtades, ni malentendidos. Sólo el placer, y después la
Nada. A nosotras, en cambio, nos queda la amargura de la
Soledad, la certidumbre del desencuentro.
Uno tras otro, van pasando por nuestras vidas. Llegan, nos
Aman y se van, sin posibilidad alguna de regreso. Casi no da
Tiempo ni a juntar un puñado de recuerdos. Por eso siempre
Estamos profundamente tristes; en nuestro abatimiento, parece
Que rezamos.
Hay voces que afirman que nuestra conducta sexual está
Basada en el antiguo principio que dice que todo macho es infiel
Por naturaleza, y que sólo tratamos de protegernos del inevitable
Abandono. Pero estos teólogos carecen por completo de
Credibilidad. Una hora de irrefrenable lujuria con una de
Nosotras bastaría para desmontar la más sofisticada teoría al
Respecto.
Los humanos nos miran por encima del hombro, pero en la
Intimidad nos envidian, y en el fondo les gustaría poder
Imitarnos, sentir el vértigo del instante, paladear esa espesa
Mezcla en la que miedo y deseo son una misma gelatina
Multicolor, habitar, apenas un momento, esas zonas oscuras de
Su alma a las que ni siquiera en sus horas más desoladas se han
Atrevido a asomarse.