Dikt Verónica lara
A sus padres
Verónica no tuvo la miseria en su boca
compartió su palabra,
fue siempre una sonrisa.
Fue forjando sus alas entre juegos y notas,
haciéndose maestra,
estudiante y hermana.
Bailaba como flor desprendida del viento,
en un surco de vida germinaba su canto.
Nunca hubo cansancio que venciera su entrega,
nunca un dique obstruyendo la fluidez del proceso.
Hoy su adiós nos sacude,
porque jamás fue ella
la que quiso marcharse…
Porque se queda trunca la oración que empezaba,
huérfanas las pizarras,
solitaria la silla
en un mar que en las tardes inventaba horizontes.
Hoy nos duele esta hora donde ella es recuerdo,
y nuestro abrazo no alcanza ese último instante:
Donde ella se cae, como cae una rosa,
como se cae un siglo, como cae una historia,
como cae un ropaje que ha perdido sentido.
Hoy nos duele esta hora porque vemos las sombras…
Ella, en cambio, ha encontrado un finísimo hilo,
camino de regreso a su primera casa,
una luz que la envuelve como niña de cuna,
un amor que es la fuente de todos los orígenes.