Dikt PsicografÍa
Valproato y Fenobarbital. Botella al mar. Bestiario. Iglesia ensangrentada. Tengo sed.
Todos los días, la bestia amarilla, se yergue sobre mis hombros.
Abandonado, podrido veintiséis veces, el reloj de gelatina, camina las empedradas escaleras,
Sus oscuros y dañados espejos. Pantera, la fútil imagen, se desliza frente a mi ventana.
Y la ventana, sometida a una lluvia de ceniza escarlata, reducida al último rincón de la casa en ruinas,
Mira bailar al mundo exangüe. Todo estéril. El vicio con que me engaño, la mujer con que me lavo,
La palabra con que me masturbo. ¡Ah mártir de mí mismo!, ¡despreciable niño sarnoso con alma de perro!.
Vano el zapato, el asqueroso tambor. El aire, inyectado de crápulas, navega inmune en mis venas.
Pentagrama podrido en el cielo. Estructura, adónde tus zonas erógenas, tus cosquillas pederastas.
El tiempo cose su musgo en mi mirada, las calles me maldicen y el poro,
El único poro adecuado para mi negra sed, corre hacia lo seguro, a lo común y corriente.
Toda pintura, pese a sus fugas de nácar, perecedera. Hombre, sinónimo de muerte.
Muerte, espina dorsal del mundo. Mundo, pozo plétora de hombres. Jaurías, asambleas de decapitaciones,
Cuerdas flojas, aquelarres de payasos, llameantes palabras de sombras, sed de otro mar,
Flores asesinas y orgásmicos espirales de prolongada sangre. Las veintisiete noches de la noche,
En el monólogo de la polvosa y abandonada ventana, han fundado su pequeño, mutante y solitario gusano.
Infierno, todos te rodeamos. Miro al mundo, y su horizonte me evade; pregunto a los astros, y guano obtengo.
¿Qué quiere, entonces, la drogadicta pintura de mí?. ¿Qué licencioso una vida camine;
Que eternamente espere la cicatriz de mis sueños; que le sea fiel al perro que muerde mi mano;
Que me identifique con las palabras de mi verdugo; que entierre mis demonios;
Que vomite mis preguntas y que – entre el dulce veneno de la mediocridad y el aletargamiento más hereje –
Amanezca verde fosforescente frente a la basura del tiempo?. ¡Ah, si la vida tan sólo fuera eso!.
Dejadme en paz, cobarde, corrupto dedo acusador. ¡Que todos mueran a mi costado!, que dios se vaya al diablo,
Que mis amigos ardan en la lepra del odio,
Que la esperanza se desgarre las vestiduras de lo imposible y que todos, a la mierda, enfilen su hambre.
¡Dejadme en paz, corrupto, usurero mundo inexistente!. El cáncer del tiempo ha crecido en mis venas.
Con todos y conmigo estoy en paz, y mi paz es un azaroso, bello infierno.