Dikt Selección de poemas
DEL LIBRO LA NIETA DE WONG (Editorial Kultrun, 2012)
1
Arriba la luna
Amanece junto a la mañana
Sobre los cuerpos
Olvidados.
¿Qué hago yo aquí?
¿Qué enfría mi torso y mis hombros
En esta rara madrugada
Y para qué?
Yo no sé.
Quien no tiene memoria
Nada llora
En el litoral de la soledad
En los pasos de la noche
Sus fantasmas
De huellas mojadas
La rueda que no detiene
Las fotografías y las voces
Y las manos
Apretadas sobre la mesa
Cuando sonríes con los ojos cerrados.
2
Un bostezo en temporal es una luz en el sol,
Es un guijarro en las dunas
Un refrán al viento
Intentando hablar por ti.
Esa bruma que oscurece,
Ahora el aire
Destempla en la lira oxidada
Que entona cantos fríos
Desde el niño que fui
En la florecida casa que dejé
Donde el comienzo humilde
Se dibuja en la luna creciente
En los partos de mi espíritu
Y en los padres de mis padres.
3
¿De dónde llegas?
Tu pie vacilante
Sacó de la grieta oscura
Una campana,
Aprendió a balbucir
A soplar en las fisuras
La pulpa
Con fuerza,
El néctar del cardo
Con espinas.
4
Tus brazos se abrieron sobre las arenas
Como si bailaran
Imitando a las águilas que vuelan alto
Buscando qué comer.
5
Los cuerpos curtidos
De animales feroces
Voraces,
Fríamente allí,
Tuvieron precio
En la frente
Aterida
Como la voz de un anciano
Que anochece solo.
6
El escenario de una casa
Es el nido de las primeras sensaciones
Que el capital se llevó a otros oídos
Y derramó ácido en la nieve más ardiente
Derritiéndola en los vientres,
En los ojos
Y gargantas,
Solo hubo monedas como espumas,
Lejos quedó de los aceites
Y el aire
Que los mecía,
Sus ancestros inventaron el fuego.
7
Su Humor surgió en la placenta
De bruces y dolido
Esperó que los hombres reconstruyeran
En la piedra
Y callaran su queja.
No conviene decir que desde la ventana
Lloraste y que hoy
Aún puedo escuchar
La lúgubre luz que enterraste.
8
Hoy, un pendón que avienta
En medianoche
Flamea a la vera de los ríos
La púrpura alucinación que te dejó el mar
Y el yerto polen
Que en un pozo
Flota
Sobre embarcaciones
Y tu último suspiro
En esta playa.
9
La piedra aplastó los nacimientos
Prolijamente,
Al iniciarse la majestuosa gesta
En el estanque
De unas larvas.
10
1840: en las sentinas del buque
Hacinados
En las escaramuzas de los portentosos
Que sobreviven
En el tiempo de la ceniza
En tu rostro para olvidar.
Tomó el agua del caballo
En los espejos
En tiempo de guerras
Y revoluciones.
La última vez la vi entre el lodazal y la huerta,
Unas tierras despobladas.
Gimió su historia y me abrió la puerta.
Apoyó en mi hombro su cabeza,
Y las puertas carcomidas
Chirriaban
Por el frío,
El beso,
Mi pezón herido.
A vuelapluma la describo ¡cómo no recordarla¡
Lo soñado por los enemigos imaginarios
Fue la primera clase.
Le pedí la carta que tomó en sus manos
Repitiendo con silabeo mortecino
Le saque los signos los soplé,
Era el tiempo del vestido sin sedas
Un grito a la noche enrollado
Con sus guaridas
Y las sombras del terror.
El sol,
Una raicilla apenas luminosa
Iniciaba la herida.
Fue el fin.
En este poema te recuerdo
Desde mi prisión.