Dikt El buscador
Reconocí mi voz
entre montañas de raíces que hablaron; fue llenándose
la atmósfera de pétalos oscuros,
y gentes que no supe jamás cómo salieron a mi encuentro.
Saqué el rostro una vez por la ventana: abajo las mujeres
cantaban en sus blancos lavaderos.
Nos bañábamos todos en un río,
y era un río caliente como la arteria magna del verano.
Luego la flor enorme y escondida,
a la que no se llega sino a través de mares de hojarasca.
Levanté la cabeza hasta su reino,
y el sol estaba en lo alto,
impidiéndome ver el color de las cosas.
Los años se subieron en viejos automóviles.
Cruzaron calles solas, plazas llenas de gente,
zonas de gran comercio, barrios sin una mosca,
y desde ahí al olvido sólo un paso;
el mar se traga todo: los ríos, las palabras.
Caminé gravemente aun antes de alcanzar
conciencia del peligro.
No puedo ser más claro que una gota de sangre.
Tengo vida, es verdad, aunque cómo ponerla al servicio
(del tiempo.