Poesía española

Poemas en español


Dikt El pensador contempla su propio nacimiento

Con qué vacilación abro este libro,
como si el simple gesto de soltar una gota de tinta
me lanzara
a un vacío remoto: en medio de los actos y las obras,
bordeando la escritura sin esencia, camino
hacia el otro horizonte de la página,
donde un sol semejante a los rostros quemados del país
huye a solas entre aguas callejeras. He oído
despertar el amor en mis palabras aún no pronunciadas:
amor, materia justa,
evocación de pulsos nutritivos,
y también superficie llena de escamas, sombra, rigidez.
Estas horas
me han servido para reconocer la textura y el peso
de una página,
encarnación de lo que se desata y se sujeta,
como la fantasía del objeto creado
y su desmoronable pasión utilitaria.

Pero lo que está ahí, rompiéndose en el aire,
hijo de la frescura espacial y numérica,
el olor de una fruta,
las semillas del bálsamo,
la mano de una niña,
lo que la luz no rige ni amedrenta,
pareciera el invierno cuando vence al verano,
cuando por las ventanas entra una oscuridad mojada
y anhelante,
y se quedan temblando las cortinas
y el ojo descubre la garganta.

Cada quien se desvive
por un poco de miel en su vaso de vidrio,
por una melodía al traspasar la puerta de regreso:
un himno de bambúes,
una ráfaga de humo entre los conacastes.

En cosas inocentes se constituye ese hábito alevoso,
la costumbre de hurgar entre la arena alzada
y hasta en la superficie de un papel,
hasta en la palma inútil que suelta la palmera.

Como la crónica de lo que es agua reflejando una música,
las manos se abandonan a su juego sin pausa.
Cada página en blanco ya está escrita,
cada minuto suena como antigua aventura,
y en el sudor del cántaro
se lee el pensamiento.



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Dikt El pensador contempla su propio nacimiento - David Escobar Galindo