Dikt Memorial de visitantes
Aquí, en el Norte, en este paraíso natural,
Suele lucir el sol algunas veces
En los meses de estío.
Entonces nos visitan europeos
(de tez en general blanquirrojiza):
Bajan del Septentrión y arriban silenciosos
Para amarrar sus yates;
Pero emprenden muy pronto, en busca de más sol,
Su ordenado periplo de hombres rubios.
(En la dársena quedan flotando las compresas,
Las latas de cerveza,
Boquillas con carmín
De rubio americano,
Algún condón marchito,
La cáscara de un plátano… )
Al final del otoño, o ya entrado el invierno,
Llegan a la ciudad
Y aguadañan el aire de la tarde
Presurosas bandadas de estorninos,
De pluma negriazul y rojo pico.
Cuando el día clarea
Por las salas etéreas hacia el campo se alejan,
Picotean las últimas
Manzanas
Y vuelven, al ocaso,
Dibujando en el cielo
Sus fugaces graffiti.
Y, a pesar de los vanos artilugios
De tecnocetrería
Que en las ramas más altas colgaron los expertos,
Okupan como pueden
Con agria chillería
En jardines y parques
Las frondas de palmeras.
Cuando marzo marcea,
Se alejan de esta tierra.
En invierno y verano, otoño y primavera,
Vienen los buhoneros
De la Europa oriental,
Del Oriente remoto,
Del ultramar hermano,
Del África del austro…
Y salen por las noches
Con linternas de láser,
Relojes digitales, monederos de cebra,
Tambores de camello,
Ponchos de llama andina,
Quenas de cañabrava.
Con manojos de rosas…
Y con los ojos llenos de triste lejanía.