Dikt De cómo robert schumann fue vencido por los demonios (i)
Podría ser que la música y la poesía fueran una misma cosa, o
 tal vez dos cosas que se necesitan mutuamente como la boca y
 el oído, pues la boca no es más que un oído que se mueve y
 que contesta.
 Novalis
Miro la música de Schumann
 como se ve un libro, una moneda
 o una lámpara.
 Ocupa su lugar en la sala situándose,
 con movimientos felinos,
 entre el recuerdo de mi padre
 y el color de la alfombra.
 De pronto, pájaros muertos
 estrellan las ventanas.
 Yo miro la música de Schumann
 y escribo este poema
 que crece con la noche:
I
Hoy converso contigo, Robert Schumann,
 te cuento de tu sombra en la pared rugosa
 y hago que mis hijos te oigan en sus sueños
 como quien escucha pasar un trineo
 tirado por caballos enfermos.
 Estoy harto de todo, Robert Schumann,
 de esta urbe pesarosa de torrentes plomizos,
 de este bello país de pordioseros y ladrones
 donde el amor es mierda de perros policías
 y la piedad un tiro en parietal de niño.
 Pero tu música, que se desprende
 de los socavones de la demencia,
 impulsa por mis venas sus alcoholes benéficos
 y lleva hasta mis ligamentos y mis huesos
 la quietud de los puertos cuando el ciclón se acerca,
 la faz del otro que en mí se desespera
 y el poderoso canto de un guerrero vencido.


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