Dikt El búfalo almizclero
Cuando el búfalo azmilclero se asusta
tensa su nariz afinando el viento
en delgadas fibras de noche,
sus patas enraízan
absorbiendo la obscuridad y la luz del suelo
arborizándose enorme,
sus cuernos se curvan
convirtiéndose en una espiral
que pasa por el núcleo ígneo hasta más allá del horizonte cósmico;
el viento mueve su pelambre añosos,
la frente se le esfuma en gamas de azul nocturno,
los ojos se le descargan en un rayo
que calcina el frío en sus manos,
sus cejas son puertas abiertas
a sí mismo.
Cuando el búfalo almizclero se asusta,
en el extremo de su mirada el grafito
esgrafía,
escinde
el espacio
buscando.
Aún.
Está cansado.
10.000.000 de años le pesan en la cornamenta,
petrificada como los líquenes de su pelambre.
Alguien que rasque su lomo de cargador de relojes de granito.
Cuando el búfalo almizclero se pone cursi
las lágrimas se ocultan detrás de las puertas,
escribe poemas con el nombre de ellas,
canta.
Está exhausto.
Solo miraba con asombro.
Ya no queda nada de su infancia
sino territorio a sembrar
el basamento de la poesía.
Y un ariete para ingresar en lo genésico.
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En Puente de Alvarado
una prostituta me ofrece sus servicios.
Pero voy al museo a ver
Las Cárceles de Piranesi