Dikt Visita del abuelo
En la desierta casa
se proyectó tu sombra,
severa y fría.
Sin prisa y sin palabra
me cogió de la mano
y caminamos.
He aquí la vieja mansión,
mi vieja contemplación del mundo,
las tierras de mi padre.
Un corto viaje, pues,
y el rasguño se abre
en los hombros.
El bálsamo surca
el hollín de la cara.
Al cabo de todo,
floreció un silencio.
Y hondo.
Entonces percibí
que al fín te había conocido,
que aquella
era al fin tu presencia,
tan ajena y esquiva
en la hora inmensa.
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