Dikt Cesaraugusta dos
Cuando el cierzo desciende y se alza la niebla,
Toda la ciudad – mi Zaragoza amada – se cubre de palabras
Que surgen del silencio hacia la nada.
Es entonces – el enorme Paseo
Se hace suave y hermoso – cuando veo las cosas
Como fueron: El niño, la explanada,
La vieja que vendía cacahuetes y almendras.
Pero cuando otra vez
El aire del Moncayo violentamente baja,
Surgen los comerciantes
En paños y en alhajas
Aupando a un tonto sabio
Que viene a hablar del alma.
¡Ay mi ciudad
Con tantos pedestales
Cubiertos de anónimas palabras!:
¿A dónde te diriges?
Sólo tu espesa niebla
Permite ver las cosas
Igual que se veían en la infancia.
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