Dikt El fruto de los hombres
Aquel viejo trayecto hasta la charca
Descubría la hermandad con la piedra
El despertar del musgo
La revolución de la zarza
El grito del tomillo
corría
las piernas arañadas camino de la cumbre
Hacia el verde silencio en donde el aire
Se descubría claro igual que lo era el agua
Desde allí
Desde el cobijo azul de su baluarte
Con el frescor del baño de agua virgen
Enumeraba el pueblo igual que un dios pagano
A lomos de su nube de poder y silencio
La torre de la iglesia
Las calles tortuosas
Sus cuadras que imprimían solidez a las casas
La fuente de los caños
Como un punto de encuentro rumoroso y cercano
La plaza porticada el reloj la bandera
Y a lo lejos sobre la raya ocre que pinta el horizonte
La faz cuadriculada de los huertos
Seco y amarillento el redondel de la trilla
Es un sol macerado al trote de las bestias
La ropa que se estira al aire del blanqueo
y el poder del hogar que asciende con el humo
Es el fruto azulado que hoy precipita un sueño