Dikt La erótica (11)
Siguen ahora las operaciones
que realizamos Elbiamada y yo
en los artículos de nuestra
separación y enfrentamiento.
Yo vestí su terrible desnudez
(su pecho encabritado, su vientre de mercurio
sus piernas de azafrán)
con estrofas aturdidas y cortadas
en los talleres de la primavera.
Yo la calcé de antílope o de viento,
y en sus tobillos puse las ajorcas livianas
que saben tintinear a medianoche.
Yo le di brazaletes para el día
y anillos deslicé por sus falanges.
Aromas elegidos prendí yo a sus narices,
aros y sinfonías a su oreja.
Yo fabriqué para sus ojos nuevos
toda una ontología de caballos y frutas.
Y así vestida y adornada ella,
la tomé por Esposa.
Y la luna y el sol bailaron juntos
al redoblar de los tambores ebrios,
pues el vino corrió de los lagares
y subió hasta cubrir las rodillas del toro.
Y por ser dos en uno, busqué su posesión
en todas la posturas unitivas del átomo.
Y éramos dos en uno y el dos hace llorar.