Dikt NÓmina de cofrades
La eternidad
Atraviesa mi ventana,
Y no estoy,
El purgatorio abre sus puertas
Y te escapas.
Los guardianes de la reflexión
Juegan guija
Y regresan siempre
Al mismo lugar.
Nos programamos
Y después como buenos cobardes
Nos escabullimos de la vida,
Luego resultamos
Ante la disposición de un quórum
Que nos agarra a escupitajos.
Los cofrades se sientan a la mesa,
Sus conversaciones son pálidas
Y detienen la continuidad del ciclo.
El control de la ciudad
En aras de una cuerda
Entregada y devota al paganismo.
Esqueletos desmesurados
Y posteriormente desfragmentados,
Dignos del patetismo cotidiano
Que inunda la urbe.
Versos emplasticados
Y servidos para llevar,
Parte de lo que trae consigo
La calle,
Versos dignos de pasar
A caja dos,
Para luego ser tirados
A la basura.
Eso es lo que se escribe
Y se lee hoy
Para darle continuo movimiento
A los cerdos del corral.