Dikt El canto del piano
Tengo un piano esperando
El insomnio de los símbolos,
Tocando su luna con la voz
Sagrada,
Con la voz del mar profundo
Y las teclas descubiertas en azul,
Iluminadas.
En un manto dual,
De nácar,
Con la madre natura
En el olimpo griego, en el altar.
Esperando tus manos,
Despeinado y limpio,
Blanco y negro buscando lo absoluto.
Reposado en el pentagrama del inconsciente
Con la esfera de un concierto,
Diluido en un canto espiritual.
Tengo un piano, iluminado
Esperando al visitante del crepúsculo,
Invernado en la atemporalidad.
Quiero moverlo
Hacia la intuición pura y blanca
En los algodonales de las nubes silentes
En el resplandor de lo irracional
Tengo un piano de la tarde
Y una amapola blanca
Descubierta
Entregada, desnuda por el azar
En la luz del canto nórdico
Del ancestro, el que amansa lo sideral
Esperando lo mítico, la música estival
Tengo un piano blanco y puro
Escondido
En el balcón de la montaña
En el salón de las luces y los sauces grises.
En el espejo inmortal
Tengo el piano negro
Abierto,
Descubierto en el eco invertido
En el símbolo de la cruz andaluz,
En el vértice del universo
Me ha traído
Con su música
Levanta las capas del trigo.
Me abre el mundo
En dos acordes blancos,
En acordes negros
Magia de los azares.
Tengo un piano
Esperando el anillo de nibelungo,
Con la boda de los dioses en la entrada
Y el quinto elemento navegando el Támesis.
Con el cielo gris
Y el ojo del cíclope abierto al río,
En un ritual secreto,
Armónico de lluvia.