Dikt Foederis arca
A LEANDRO PÉREZ COSSÍO
Hay un asilo en mi pecho
Que las dudas no combaten,
Ni los placeres alegran,
Ni entristecen los pesares;
Oscuro como una tumba,
Invisible, inexpugnable,
Ni en él penetran las risas
Ni de él se escapan los ayes.
Dios y yo tenemos sólo
De ese sepulcro la llave,
Sepulcro que es paraíso
Con apariencias de cárcel,
Y Dios y yo solamente,
En señalados instantes,
Vemos lo que allí se oculta,
O, mejor, lo que allí yace.
Una mujer no besada,
Una interrumpida frase,
La memoria de algún sueño,
El suspiro de algún ángel,
Hojas de flores marchitas,
Ecos de dulces cantares,
Brisas, estrellas, ardores,
Relámpagos, huracanes,
Todo lo que el alma crea
Y en el alma se deshace,
Tiene allí rumor y vida,
Cuerpo, sombra, espacio y aire;
Y flota en un océano
Sin escollos ni oleaje,
Con la eternidad por puerto
Y la esperanza por llave.
Cuando, cansado o vencido,
El espíritu se abate;
Cuando del pesar la nube
Lluvia de lágrimas trae;
Cuando el rencor o la envidia
O la adulación cobarde
Por amigo me pretenden
O me señalan por mártir;
Cuando el sol de mi ventura
Pienso que puede eclipsarse,
Del asilo de mi pecho,
Donde no penetra nadie,
Abro la escondida puerta
Y en él me refugio amante,
Como se refugia un niño
En los brazos de su madre.