Dikt Noticia del río
Una vez tuve un río.
Fue una tarde de abril, cuando el crepúsculo
destilaba en el aire un tardío destello
de crueldad y mis ojos se apropiaban
de la lengua de agua que, entre juncos y sauces,
lamía el precipicio junto a la carretera.
Fue una imagen de paso.
Sospeché que era efímera y temblé.
Después, de vuelta a la ciudad,
me asaltó la certeza: el río
se perdía en el tiempo, era tan sólo
hora truncada y muerte.
Pero el poema, ese lugar extraño
que a veces ilumina la tierra donde fuimos,
hoy lo aviva con ese alto fulgor
que da la truculencia del recuerdo.
Decir que tuve un río es una muestra
de la deformación de la memoria: hoy es mío y no entonces.
Hoy las palabras trazan el río que perdí,
encienden sus orillas, redescubren
la luz que estremeció sus aguas: Es
la dádiva secreta del poema: una deformación de lo vivido,
un relumbre de lo nunca vivido.
Así, la densidad del hombre hurtado
al rí o de la Historia;
o la fiebre con que un adolescente
se empeñó en construir
una noche de carne para espantar el frío;
o la mujer que siempre perseguimos
por parajes de bruma, por domingos
hechos de desamparo y sin crepúsculo.