Dikt Brindis por una noche
Brindo por la mujer
Que, en una noche,
En doble abrazo
Se me entregó entera
Y pegándose a mi cuerpo,
Con suspiros,
Logró que mi razón
A la suya se fundiera
Para erigir un templo
Al Eros diletante
Esa mujer
Con la que compartimos,
En carnal comunión,
Su blando cáliz
Y que con ansias demenciales
Susurrara
Una oración sublime, incoherente,
Que, horadando mis oídos, penetrara
En mi emoción demente
Y ordenara
Exhalar, de mi cuerpo,
La culpa original de todo humano.
Esa vestal que, lujuriosa,
Ofició en mi altar
Ritos de aurora
Y que al sentir llegada
El alba pura,
Aferrándose a su idílica premura,
Me apremiara, con agónica locura,
A libar hasta el fondo de la copa
Las íntimas mieles que ofreció su boca.
Esa misma mujer que, ante la gente,
Asume, hoy, posturas de desgano
Ante estos versos que, en su honor,
Declamo.
Y con aires de amnésica impaciencia
Esconde, con hipócrita prudencia,
La fiera que, ansiosa, ruge en celo
Cuando a su alcoba solitaria, en su desvelo,
Mi recuerdo a su presencia llega.
Marco Quiñònez – 2,004