Dikt La mujer olvidada
A la luz de un candil escribía un poema
la mujer olvidada.
Ya no esperaba que su ángel le insuflara
la fuerza necesaria para traducir una historia desde la nada.
Sabía que las estrellas la espiaban,
que sus cuchicheos sonaban a verso que ella comprendía,
que el universo la contemplaba, a ella,
con su candil enriqueciendo la sombra
sugiriendo a la llama una innata parábola.
Una escena cualquiera
una mujer olvidada
una luminaria desconocida.
Que pisa asombrada los absurdos de la vida.
Que la noche a luz del candil,
despierta en ella la ineludible curiosidad eterna.
Con la misma insaciable voracidad
con la que el vampiro busca sangre
para alimentar su crónica anemia.
Esa curiosidad, ansia de respuestas, que ella sabe inmortal.
Que cuando ella parta, habitará en otra mujer cualquiera,
en otra mujer olvidada, que encienda un candil y escriba un poema.
Y quizás sea ella misma, quien desde el universo o en una estrella,
revista de sorpresas, la hoja aún desnuda.
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