Poesía española

Poemas en español


Dikt Adolescente y regadera

Silencio.
Se hartó de separar la simiente del cianuro,
de mirarse en blanco sobre las retinas de la culpa,
de no entender que la estación del crucigrama
es un juego de tonos
y que los trenes repiten sus corridas
cuando admiten al pasajero
equivocado.

No pudo – la neurona – intervenir en el cambio de vías,
sus palabras se quebraron.

Se convirtió en sal sobre lenguas tezontle,
fue pura pedacería

y el cerebro, honda:
una hormiga en tierra de
filisteos.

Responde
¿Cómo acepta – sin odiarse – un misil su contenido, si
el dedo nunca está en las pesadillas de la bala cuando duerme?

A veces creo que Dios permite demasiado,
deja niños muy solos a la amnesia de las sombras,
bufones dramáticos, piruetistas en ríos de lava, salmones de piedra
que cobran su jornal en rápidos de hielo y – al final – se
funden.

«Te quiero» fue cera líquida perforando el caracol
hasta enfriarse entre la
soga y su cuello,
entre la regadera y el chacal que la acosó hasta el límite.
La bestia era de bronce,
y no pudo hincar los dientes en su melena.

No diré más:
gritó a su manera,
hasta que la voz se hizo capullo de otra especie.

Su Mañana es un camaleón
que disimula en el Scrable
la ruta horizontal del
término,
El peor de los
remitentes: Víctima.



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Dikt Adolescente y regadera - María Guadalupe Elizalde