Dikt Los primeros nombres
La Patria es el panal y la guitarra.
El sueño azul y el resplandor ajado.
El seno maternal sobre la tierra
y los niños que juegan en el patio.
La Patria no es el rostro de la noche.
Es el labio sensual y el rostro claro,
una bala creciendo por mi sangre
y un grito desprendido de la mano.
Es la niña que esconde de la niebla
su pubertad y su jazmín violado;
el silencio que habló para la vida
miel de despojos y flamear de harapos.
Todo ha ido creciendo desde entonces:
el amor de la novia como un faro
en la noche del mar o en la esperanza
y en la luna nuclear de nuestros brazos;
la lágrima perdida en su dulzura,
la mañana en el pico de los gallos,
el beso de San Judas en la Patria
como un antiguo pétalo de fango.
Todo ha ido creciendo en la violencia
de la misma violencia de mi mano;
el amor de mi madre y mis hermanas
y la pálida ternura del arado,
el hombre galopando sus edades
y creciendo en la aurora del trabajo.
Estos ojos heridos que no miran
hace siglos que están y están mirando
a las cosas de entonces sin sentido
que adquieren su follaje enamorado:
un niño solo en medio de la calle,
la rosa y el amor de los soldados.
La casa donde se iza la bandera
y la tierra cansada de sus párpados
de tanto abrirse para tanta muerte
y de cerrar su corazón humano.
Tantas vidas se fueron despidiendo
en tanto tiempo y en tan cortos años
que parece que el aire nos faltara,
que el hombre y que la vida fueran Mayo.
Se fue Girón y su camisa blanca;
amaneció su sangre y sin abrazo.
Se fue Jiménez por la tarde entera
y la aurora bajaba con Eduardo
y de los tantos seres que se han ido
que solo solo solo voy quedando.
¿Dónde entonces meter todo la furia,
todo el odio que sale de este llanto,
todo este amor que siembra mi palabra,
toda la vida y este amor sembrado?
Tanta sangre reunida y tanta piedra,
tanto cadáver en ton pocos años,
las vidas y mi vida amontonada,
las tumbas y la sombra bajo un árbol,
los muchachos muriendo desde entonces
y! a noche con senos tan amargos.
Tantas vidas partiendo a medianoche
y tantas voces que me van llamando.