Dikt Retorno de drake
Está en los ojos del forastero la semejanza del paraíso
Con la ciudad inconcebible a la que arriba.
Al subir las escaleras hacia el 21 de mayo,
El ruido de la borrasca, perturba la madrugada y su embriaguez
La casa de calle Frontera luce diferente, pero es el mismo hogar
Con los olores idénticos y entrañables de la infancia.
Un inmenso tragaluz ilumina el jardín interior de filodendros
Y fucsias.
Afuera vuelan sigilosas las gaviotas, emboscadas
Por la luz del sol reflejada en las vidrieras de las cumbres.
Los recovecos y muros están atestadas de enredaderas
Y en los balcones, pende la ropa recién lavada de
Alambres y brabantes.
Un bus desciende a gran velocidad por callejuelas angostas
Hacia el plan de la urbe,
La sacudida revive la desdicha de esa juventud parecida a un terremoto.
La lluvia ha estampado su huella en las paredes encaladas con
Humedad biliosa,
Nombres de anónimos que se han perdido en la pátina del tiempo.
Los muchachos juegan Fútbol en un callejón de Playa Ancha
Con una pelota de cuero y no de trapo como en épocas infelices
Y un jornalero altera el asombro y los recuerdos del desconocido
Al repiquetear en los balones de gas desde un camión en marcha.
¿Dónde se fueron los arcángeles de la ciudad verdadera?
¿Dónde están los auténticos lupanares y sus asiladas?
Los pescadores disponen sus aparejos tal fuera un ordenado cordaje,
Musitando viejos boleros antes de un zarpe.
El paraíso está malgastado, sin embargo hermoso
En sus laberintos y zaguanes.
Los viejos ostentan sus mejores vestimentas delante de
Canceles y pórticos:
Ya es domingo a mediodía y la ciudad huele a comida.
Antes del desfile, los marineros, bruñen el metal, de sus instrumentos
Y el heladero sopla su cuerno medieval, para convocar al mocerío
Porque, Francis Drake y Richard Hawkins con sus navíos,
Sitian otra vez a Valparaíso.