Dikt San petersburgo
He visto a Joseph Brodsky en una esquina del viejo Leningrado
mirando con ojos mustios el Neva entumecido
cabizbajo y astroso como si quisiera regresar a una distante linde
bajo un sol pálido de invierno.
Un grupo de jóvenes pasa a su lado con un radiorreceptor
a todo
volumen
bajo los pies – en movimiento – cruje
la alcantarilla ocluida por un manto de nieve dura
Una ráfaga de viento dobla los mástiles de un bergantín oculto
se agita inseguro entre los fragmentos de hielo
Los estrechos del Báltico oriental están congelados entre las islas
y la niebla turba y opaca la memoria
del trashumante que no tiene domicilio.
Los navegantes celebran sus hazañas con vodka y cerveza
después de un largo viaje
La chimenea de la casa familiar expide ahora una densa humareda
¡Sólo el fuego derrite la arrogancia del este invierno!
Las muchachas del bar ríen y levantan sus vasos preñados de anís
Un joven argonauta pierde la calma y vaga ebrio a través de las mesas
se figura a las mujeres desnudas como ninfas en medio del bosque
Un cuarto oscuro me espera esta noche:
En unas largas horas de insomnio
tu rubia cabellera estará ausente
en las tierras adversarias que alguna vez amé con inocencia.
He visto otra vez esta mañana
a Joseph Brodsky en una esquina del viejo Leningrado
melancólico y sucio como si quisiera volver a una distante certeza
bajo un sol pálido de invierno.