Dikt Cansancio
Es cierto que cuando se ha caminado mucho, y
Aunque a pesar de todo no se haya llegado muy lejos, o
Quizá precisamente por eso, tiende a apoderarse de
Nosotros un cansancio que, por desconocido e
Inesperado, nos desconcierta. En tales casos, uno piensa
Que tras una larga y apacible noche junto a un hogar
Cálido, sobre un lecho confortable y al abrigo de las
Mantas, todo será de nuevo como al principio, que se
Habrá borrado la fatiga y podrá reanudarse el camino
Con renovadas energías. Pero en ningún modo es así.
Este cansancio es persistente y no bastan la noche, el
Hogar y las mantas para hacerlo desaparecer. Aun si la
Noche fuese tan larga como el día que la precedió – ese
Prolongado día que fue testigo de nuestro arduo
Caminar – no hay garantía alguna de recuperación. Así,
Cuando amanece – si hemos de suponer que tal cosa
Puede ocurrir en realidad – la fatiga es casi tan grande
Como en el momento en que nos tendimos a descansar.
Quisiéramos dormir un rato más, sentarnos junto al
Fuego, demorarnos un poco aún junto al umbral, pero el
Posadero nos ha acompañado hasta la puerta y, con
Gesto amable, nos mira como invitándonos a partir. Su
Mirada es tranquila y quizá hasta compasiva, pero el
Mensaje que se desprende de ella es inequívoco:
Debemos reemprender la marcha de inmediato. Y así lo
Hacemos. Resignadamente. Nos despedimos con un
Gesto, retomamos el sendero, verificamos la ruta – aun
Sabiendo que toda ruta es ilusoria – y nos preguntamos si
Algún día, por fin, llegaremos.
Tal vez nos ayudase – pensamos – saber a qué lugar
Nos dirigimos.