Dikt De vida en vida
Hermoso paraíso de salud, dínamo del verano representando su descarga de música cuando el rey atraviesa el océano universal.
La neblina se acomoda como una instalación de mujer oriental sin sabor a Europa ni porcelana. Hace frío, es un invierno frío como una menta.
Flor de carácter un poco triste, flor en peignoir de seda, más hermosa que el vestido de las tempestades, más deseable que el iniciador, que aquel que entibia con su corazón el invierno de tu piel blanca, tu piel todavía ignorante como un cordero de ojos de querubín.
Ya conocerás el sacudimiento sísmico de las arterias y los gemidos propulsados desde el fondo de las entrañas que se vuelan entre dos bocas mortales… el día que yo abra para ti la féerie de mi ciencia.
Todas las hélices del aeródromo de tu alma girarán locamente. Tú conocerás los secretos de mis jardines, la situación perfecta de la sombra agotada bajo la avenida de las pestañas. Los hermosos pulpos mojados nadan detrás de las lágrimas de los marineros.
Tras la vitrina de los ojos tú verás mi alma que estalla en luces desconocidas. Y verás qué pura es a pesar de lo que te digan.
El fabulista cotidiano miente por falta de imaginación.
Nada importa nada, sino este cielo nuestro bautizado por tus ojos, este cielo íntimo, pequeño entre dos palomas…colonizado por dos arrullos.
Yo te haré ver tu sol interno y te enseñaré a llamar por tu nombre tus satélites a través del panorama de ecos azules como el paraíso de los caracoles esmaltados.
Iremos por la vida con la vida a cuestas.
Sentirás la angustia de la garganta cuando reparan el rebaño de lobos en pana.
Pero yo sabré protegerte bajo mi mirada más enardecida que una bandera. Y podrás reposarte ¡al fin a la sombra de mi canto!
El milagro tiembla como una tela de sol. Y yo digo adiós. Adiós. sultana especializada en el amor lento, lento como los adioses del sol.
¿A qué los laboratorios y las geografías de la pasión? Mi sangre conoce mucho más y nadie ha alcanzado aún la temperatura de mi mirada.
¡Ah mi alma! Eléctrica ternura, acumulador de los siglos hasta el fin del hombre. Si hubieras comprendido, jamás se habría alejado.
Si hubieras visto el color de sus alas la habrías amado y nunca habrías sido hostil ni desafiante. Es tarde ya, pues el motor en marcha tiene el ritmo de la tormenta.
Yo soy el capitán de navío que busca una isla perdida como la muerte.