Dikt Poemas de la ausencia xiv
Vienes
Tan callada que apenas me doy cuenta
Del tiempo que traes entre las manos, no sabría
Siquiera preguntarte si la tarde
Se te ha roto en mil pedazos y aún recoges
Los añicos esparcidos por el suelo.
Tan callada
Vienes que apenas te percibo, que ignoro
Si es que quieres de pronto detener la marcha
De las cosas, si es que al cabo
Tienes un algo de amor ya pasajero, caduco
Entre las lluvias, fenecido.
¿Es que acaso
No encuentras en mis calles el bullicio,
El trajín sonoro de los pasos, la constancia
Del grito, di, acaso echas de menos
Mis reproches, el ir y venir de mis torpezas,
La fugaz iluminaria con que al filo
Cruzaba tu frente y te reías?
¿Qué
Arista de amor hay en tus ojos, qué perfiles
Me ofreces, y en qué huecos
Ocultas la entrega cotidiana, la costumbre
De dar sin ser pedida, dónde – responde,
Amor – la vida se detiene
Y la dejas morir de incertidumbre?
Incierta
La luz que te alumbraba y que de amarla
La hice sombra, compañera ritual
De tantas noches, rutilante
Llamarada en el recuerdo.
Incierto
El propósito mismo de tenerte muy cercana,
De mirarte fijamente y sonsacarte
Verdades a puñados, granos de trigo
Aventados a fuerza de certezas, a fuerza
De verte venir y tan callada
Que apenas me doy cuenta de tus pasos