Dikt El cerro de cabullona (testigo histórico)
El cerro de Cabullona
Desde el sur de la ciudad
Guarda pura la verdad
Por si alguien la distorsiona.
Como guardia inamovible
Siempre al pendiente de todo
Ha sido este cerro a modo
El gran testigo impasible.
Vio a los Ópatas tranquilos
Sufrir ataques de Apaches
Y correr sobre huaraches
Hechos con pieles e hilos.
Sedentarios campesinos
Prestos a labrar la tierra,
Sufrieron el mal que aterra
De nómadas asesinos.
Llegó el tren a nuestros lares
Con chinos y americanos
Colocando con sus manos
Durmientes y rieles pares,
Para unir minas y hornos
De la fundición de cobre,
Brillando luz para el pobre
Que habitaba estos contornos.
Luz que trajo ocupación
Distinta a lo conocido
Y creció el pueblo querido
Con gusto y animación.
El dinero a manos llenas
Rodó en cantinas y fondas,
Con muchachas muy orondas
De vicio y falso amor plenas.
Si ayer Apaches bandidos
Asolaban la región,
Después fue el tren con la acción
De los alzados unidos:
En Fronteras fue el garlito
Tomando el tren por asalto
Marcándole a Díaz un alto
Y un triunfo al Coloradito.
Agua Prieta heroicamente
Le dio espectáculo al cerro,
Que atestiguara el destierro
De esta comarca valiente,
De aquellos leales soldados
Porfiristas que cayeron,
Y sus restos recorrieron
Las calles por todos lados
A rastras de las carretas
De los revolucionarios
Que en la plaza estrafalarios
Bailaron con bayonetas.
El Quince vio el funeral
De Cruz Gálvez, héroe enorme
Sepultado en su uniforme,
Defensor valiente y leal;
Pancho Villa nos sitió
Con artillería pesada.
Con cañón y barricada
Plutarco nos defendió;
Vio el Cabullona correr
Villistas despavoridos
Entre gritos y alaridos,
Dispersados por doquier;
Y en Mil Novecientos Veinte
Vio como el Plan de Agua Prieta
Fue proclamado en la Azueta
Por Luis León ante la gente,
La vida y sabor del valle
Nos da «El Cerro de la Sal,»
Puede ser por bien o mal
Que cuanto sabe lo calle.
Un mal que vio y no lo expresa:
El del opio y fumaderos,
Que a soldados extranjeros
Aturdían su cabeza.
Miles de recuerdos bellos
También guarda el centinela,
Pues cree que si los revela
Puede apagar sus destellos;
Así en su memoria inerte
Está el Zaino con su hazaña,
Los Apson del pueblo entraña
Que aún son su carta fuerte,
Junto con nuestro juglar
Y cantor insuperable,
Don Leonardo el respetable
Gran compositor sin par,
Y un sinnúmero de gente
Que en alto han puesto al terruño
Y que atados a su puño
Brillan con luz refulgente.
Si alguna vez este cerro
Habla y nos da su resumen
La inspiración de su numen
Será un tesoro de entierro,
Que nos dirá con bravura
Lo que sus ojos captaron
Antes de los que habitaron
Esta entrañable llanura,
Igual que después y ahora
Cuando con gran devoción
Elogiamos su misión
Y estampa cautivadora,
Con gratitud pueblerina
Su figura como altar
Nos sirva al gratificar
Del Creador su imagen fina,
Que nos llena de alegría
Al recordar nuestra historia,
Bajo su sombra amatoria
Por nuestra región bravía.
Deseamos con mucho anhelo
Para la vida futura
Que sus peñas y su altura
Nos hagan sentir el cielo,
Como lugar de descanso
Donde el espíritu libre
Nos dé el valor y el calibre
Que sean de paz un remanso;
Y que con gracia y amor
Dios nos conceda otra vida,
Una vez más desprendida
A sus plantas y en su honor.
ANTONIO MUNGUIA
MEMORIA:
Domingo 17 de agosto de 1980 día de campo en el ejido Cabullona.